Atrevete a experimentar y a jugar

La pantalla que se me abre cuando visualizo este próximo 2021, todavía en blanco, tiene una cualidad realmente diferente de las de toda mi vida, porque de entrada no es una superficie plana, ni siquiera un holograma tridimensional, sino que incluye cualidades que dan cabida -además de a la sensación concreta- al factor tiempo y paradójicamente se vuelve atemporal -eterna, quería decir, vamos, que pierde la linealidad.

Eso, que no sé lo que quiere decir exactamente pero puedo intuir y sentir que lo ensancha todo a nuevas dimensiones, me compromete en este aquí y ahora a sentir la verdad de lo que busco y de lo que soy, por el camino de reconocerme viva, consistente e interactuando en el Planeta Tierra.

Y lo digo hoy porque -empieza a ser tradición- llevé a la comida de Navidad unas tarjetitas que una mano inocente distribuyó en cada servicio de la preciosa mesa y que elaboré esa misma mañana -ayer mismo- y me tocó una que decía ATREVETE A EXPERIMENTAR Y A JUGAR.

No suelo dar muchas explicaciones de cómo las hago, sólo si me preguntan si lo he sacado de algún libro digo que lo escribí yo. En realidad, claro que lo saco del Tarot. Enciendo una vela y me regalo para este rito el ritmo del mayor disfrute para mí. Extraigo una carta y escribo en la tarjetita un oráculo-mantra acorde con el chispazo del momento. Y así hasta el número de comensales. Y alguno más por si acaso, que en las familias grandes y con muchos amigos no se sabe si luego se pasará alguien a sumarse a las copichuelas o a los juegos de sobremesa a los que la cosa dé lugar, aunque este año es difernte, claro, y no hubo sorpresas por ahí.

Otros años no me había fijado en esto pero de verdad que ayer la mano inocente repartió con una precisión asombrosa -por supuesto sin conocer los escritos ni saber siquiera nadie cómo nos íbamos a distribuir en esa mesa multitudinaria, de centros preciosos y de delicias defintiviamente inolvidables.

Y, por si hay alguien que aún duda de si las cartas también me valen para mí, que todo el mundo sepa que esa magia es sobre todo para mí; y que durante todo el año acudo a la frase mágica que me haya tocado, que tiene su propia vida y que comprendo cada vez mejor, como si activara el desbroce que mi recorrido necesita.

La última, que he tenido y sigo teniendo pegada a la pared de mi escritorio dice: EL AMOR SE ESTÁ ABRIENDO EN TI NUEVOS CAMINOS. TE ESPERAN PRODIGIOS. No necesito decir a estas alturas que cuando escribí aquello no conocía el alcance de esas palabras, y que han venido a rebasar lo esperable en un grado absoluto y definitivo, tanto en direcciones deseadas, como otras imposibles de anticipar de antemano -quizá las verdaderamente importantes-.

Y, aunque creo que queda claro también que no quiero convertir esto en una oda a los oráculos, y mucho menos a los que yo confecciono, quede aquí dicho, junto a mi deseo arrebatado de dejar por escrito mi devoción rendida a la oportunidad prodgiosamente afortunada de recorrer esta aventura en el planeta Tierra. Y, sobre todo, a dar testimonio de bendiciones que no soy capaz de nombrar porque no hay palabras, y que se hacen disponibles con el sólo compromiso de honrar la vida desde la pequeñez que soy ante lo que no soy capaz de imaginarme y que está a años luz más allá de lo que buscaba.

Lo útil de los oráculos es que añaden una luz nueva cada vez a cada cosa que ocurre, pero lo prodigioso es la inteligencia de la vida llevándote exactamente por donde lo que necesitas vivir para la apertura que te toca en cada momento en este camino de despliegue de potenciales, que va mucho más allá de ensanchar las ideas y de dejarte de adscribir a corrientes de pensamiento y opinión establecidas y duales.

Aquí me tenéis, pues, con mi oráculo personal del año, con la doble intención de haceros partícipes de un propósito que sin duda se resignificará y ensanchará una y otra vez, y ofrecerlo también al contagio por si os viene bien. De enuevo: ATREVETE A EXPERIMENTA Y A JUGAR.

Nadie me preguntó en la comida, ni falta que hace, a qué carta correspondía lo que le había tocado. Aquí sí lo dejo dicho para quien lo quiera saber: la Sota de Oros, una aliada impagable en su disposición a encarnar la vida aquí en la tierra, desenterrando audacias y disposicciones propias del Paraiso, por el camino de la experiencia directa y desenfadada.

Gracias por quererme, gracias por dejaros querer y por jugar conmigo. Seguimos

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