El «eterno femenino» es a veces un abismo donde conviven todos los aspectos desconocidos de nuestra herencia, oscuro como el averno y sabio como todas las diosas del Olimpo en fluida conversación, impecablemente representado por la luna.
Si, en función de los arquetipos del Tarot, el año pasado fue el de La Estrella, que nos dio determinación para avanzar por nuestro camino más allá de expectativas propias y ajenas, éste sería el siguiente arcano: XVIII La Luna.
El respeto a los movimientos emocionales internos y externos es la mejor estrategia para la fase que se abre, una vez que ya eres consciente de que son el correlato corporal de la guía con la que ya te vienes familiarizando, una vez que has aprendido a escuchar las señales del corazón, después del entrenamiento de 2017. La emoción -cualquier emoción- es la puerta al conocimiento de lo que necesitas en este momento, también cuando ni siquiera sabes poner nombre a lo que te está recorriendo en tu sentir.
La compleja sabiduría que te brinda la luna es tan tuya, está tan profundamente entretejida en tu esencia vital y concreta, que vienes confundiendo frecuentemente su efecto con la verdad objetiva, cuando sólo se trata de tu sentir, fruto de tu vulnerabilidad -bendita vulnerabilidad-, que dibuja para ti paisajes exclusivos y que ahora estás empezando a reconocer discernidos de tu ser. Quizá la riqueza que te quiere reportar este año, siguiendo el argumento, sea precisamente poder ahondar en tu sensibilidad y avanzar hacia una manifestación de ti, en danza con la realidad, que te recompone y te re-equilibra.
Todo fluye y todo es cíclico, puedes relajarte y permitir que suceda lo que escapa a tu acción. Siendo éste el mensaje más sencillo que la luna maneja para ti, conviene también recordar que este misterioso satélite cuya luz fascina e inspira tanto películas de terror como historias de amor irreductible, mueve las mareas del planeta. Estando hecho de agua en más de tres cuartas partes de ti, ¿podrías sustraerte a su efecto? El respeto y la escucha que se te pide tiene que ver con la humildad de aceptar que no eres del todo dueño de lo que sientes, aunque sí de lo que haces con lo que sientes, y esa libertad crece cuanto mejor aceptas tu vulnerabilidad y tu vinculación a las grandes energías.
Tú también puedes fluir, quizá ése es el gran reto que te propone este año de realizaciones; algo que se entiende mejor con la carta de La Justicia, el VIII, que te ayuda a encontrar el término medio entre dejarte ir con los acontecimientos que la vida te propone, y negarlos/resistirlos: se trata de colaborar con la vida, sabiendo quién estás siendo -condicionantes incluidos- y qué te está ofreciendo la vida. Con todo lo que te guste o te disguste lo propio y/o lo de fuera, la danza está ahí y es ahí donde están todas las posibilidades.
Hay en ti un universo inifito de memorias y conocimientos por explorar, un misterio exquisito, profundo, infinitamente femenino que deja a tu disposición un sinfín de recursos y puertas hacia una belleza y una delicadeza que te parecerán desconocidas, por más ancestralmente tuyas que sean y que, de hecho, están llamadas a configurar para ti un mundo nuevo en este año nuevo.
No debe ser casualidad que mañana sea Luna Llena. Quizá se te esté dando la oportunidad de escuchar, acrecentadas tus emociones más incomprensibles. Observa, acoge y déjate estar. Siente, fluye, dejate llenar, dejate vaciar, respeta lo que sientes… Quizá todo sea para que te expreses en nuevos pasos de baile, por fin libre, por fin tú.